Carcharodontosaurio
Esta sección es una copia exacta de lo que Helena Walker ha escrito en sus Notas de explorador. Podrían existir discrepancias entre este texto y los detalles reales de la criatura.
- Salvaje
Soy verdaderamente afortunada por haberme cruzado con un Carcharodontosaurus medicupestis y poder contarlo. Aunque no estoy segura de si este depredador llega a ser más grande que un Giganotosaurio, espero no tener que comprobarlo nunca. Una de estas criaturas mantuvo en jaque a todo un ejército de los nuestros, y esa batalla nos costó mucho más de lo que esperábamos.
El Carcharodontosaurio puede barrer a sus enemigos con un golpe de su poderosa cola, aunque en realidad es el otro extremo de su cuerpo el que preferirías evitar. Sus dientes son afilados como cuchillos de cortar carne, dispuestos en filas en unas mandíbulas tan potentes que podrían machacar a casi cualquier criatura. Incluso un pequeño mordisco te dejará marcas importantes.
Al igual que su familiar más conocido, el gran tiburón blanco, el Carcharodontosaurio se vuelve más peligroso cuando prueba la sangre. Cada muerte parece darle a estos monstruos un chute que los lleva a un estado frenético de rabia.
- Domesticado
Aquel que pueda domesticar a un Carcharodontosaurio conseguirá una nueva manera de reunir a su tribu para combatir. El rugido de este animal tiene algo que hace que otros quieran luchar. Muchos dicen que es como un grito de batalla del propio infierno.
Las tribus más tácticas consiguen que sus Carcharodontosaurios atraviesen las líneas enemigas devorando a todas las criaturas de mediano tamaño, aumentando su brutalidad mediante la sangre para poder así acabar con las amenazas más grandes. ¡Eso sí que es acabar rápido con una pelea!